viernes, 7 de octubre de 2011

Tema 1: Minicontes

Hola a tots!
Per a qui vulgui comentar qualsevol cosa sobre aquesta primera unitat -dubtes, comentaris, etc.- aquí ho podeu fer.
També podeu penjar els minicontes que heu creat a partir del primer exercici.

20 comentarios:

... dijo...

Hola a tothom, avui és el primer dia que entro al bloc i desitjo que puguem, a través d'ell, compartir el que anem vivint gràcies a la literatura i al acompanyament de Joan Cardona.

Álvaro Martín dijo...

”Veni, vidi, vici”

Era un horizonte ansiado, tan nítido que parecía increíble. Pero todo estaba allí: la colina por donde me había deslizado de chico con el trineo (aquellos duros, terribles inviernos), el riachuelo del que sacábamos deliciosas truchas, el granero que una vez embestí en mi ímpetu adolescente por manejar el tractor. Ya no importaba el mal camino, la áspera toalla del motel, el desagradable gorgoteo de la cafetera de aquel infecto barucho. Había conjurado la amenaza del tiempo, y por eso estaba exultante. Abrí los brazos y pronuncié la vieja sentencia, que en mis labios adquirió sabia nueva y renació de plúmbeas clases de latín. “Veni, vidi, vici”.

La repetí dos, tres veces. Ahora las Polaroids mentales (amarillentas y algo desvaídas) habían adquirido sustancia y profundidad. Maldije la colina donde por poco no me partí el coccix, hice lo mismo con el río que se había llevado nuestro huerto y dejé para el final el granero donde mi madre había puesto fin a sus días disparándose en la cabeza con la escopeta de papá. Tercié la chaqueta al hombro y me volví.

- Ya pueden ustedes empezar –indiqué al operario del bulldozer.

Y sin volverme a mirar atrás, dejé aquel escenario dispuesto a desaparecer para siempre. Tomada cumplida venganza, un “resort” vendría a sepultar mis viejos y tristes recuerdos. Había vencido sin siquiera bajar del caballo, como diría Julio César. Oh, sí. “Veni, vidi, vici”.


Álvaro Martín
Barcelona, 3-10-2011

Jordi dijo...

Hola a tots;

Soc un inútil informàtic.Algú em pot dir que he de fer per penjar el microconte ?.Gràcies

Jordi dijo...

Hola a tots;

Sóc un inútil informàtic. Algú em pot indicar que he de fer per penjar el microconte ?Agraít de per vida.
Jordi

Jordi dijo...

No sé si aquesta és la manera de fer-ho però aquí teniu el microconte

VINI ,VIDI,VINICI.

- Bravo! exclamó al cruzar la línea de meta. Exultante, se giró esperando la felicitación de sus adversarios. Ninguno se acercó a saludarle. Había corrido solo.

Remei dijo...

Hola,

El diumenge 23 d'octubre farem una
sortida pel matí a comprar llibres vells al mercat de san Antoni. El punt de trobada és al Bar Blat. c. Villarroel 28, entre les 10 - 10,30h. Si us hi voleu apuntar ja ho sabeu.
Remei

Remei dijo...

Hola Alvaro,

He llegit el teu conte i m'ha semblat espléndid:un bon principi, un nus durillo i un final alliberador.
Remei

Esperanza dijo...

LLEGUÉ, VI, VENCÍ

¿Cuántas veces habéis escuchado estas palabras?, “ Llegué, vi, vencí”. Parece muy fácil, algo así como solucionar un problema con sólo verlo.
¿Estaba alardeando Julio Cesar al resumir de este modo su victoria?, tal vez no tanto ya que las guerras duraban meses incluso años, y la batalla de Zela cuentan que sólo duró unas semanas.
Farnaces era un hombre ambicioso y cruel, consiguió que su padre, rey del Bosforo, se suicidara y él se quedó con una parte de su reino, el Ponto, e hizo castrar a todos los romanos de su reino, tanto militares como civiles.
Cuando Cesar regresaba de Egipto con su sexta legión bien mermada, Farnaces le envió un emisario para pedirle la “Paz romana”. ¿Cómo se atrevía tras las mutilaciones, a pedir la paz?. Pronto se le unieron mas legiones y se dirigió al Ponto.
Farnaces pensó que si atacaba por sorpresa mientras los romanos instalaban el campamento, aún tendría una oportunidad, pero pronto las legiones de Julio Cesar reaccionaron y fueron ganando terreno hasta obtener la victoria.
El rey Farnaces huyó y formó un nuevo ejército pero Julio Cesar envió una legión y derrotó al ejercito del rey que murió en la batalla.

Rosa dijo...

Hola a todos espero haber conseguido que esto llegue.

Rosa dijo...

Ahí va mi minicuento. No tan mini

Ultra congelados
Llegué, vi, ¿vencí?

No se ve nada. Dicen que somos cientos, miles, incluso aseguran que somos millones, pero yo siempre choco con los mismos, no se está mal, normalmente estamos calentitos nadando en un fluido pringoso que resulta hasta agradable.
Algunas veces sentimos una corriente de aire frio, el espacio se encoge y acabamos todos apiñados en un rincón, dicen que tiene que ver con el agua fría.
En la última asamblea general el jefe comunicó que nos aguarda una misión importante:
-Encontrar un huevo pequeño y escurridizo.
-Entrar en él sea como sea.
-Hay mucha competencia y el primero gana.
Bueno, pues si de eso se trata seré el más rápido del mundo. ¡Ya lo veréis!

El espacio se encoge y ahora no se oye agua ni hace frio.
El líquido viscoso aumenta por momentos y salimos proyectados por un canal estrecho mientras de fondo se escucha: ¡Dios! ¡Dios!, ¡Un poco más! Y una serie de alaridos incomprensibles para mis oídos.
¡Allá voy!
Yo no veo ningún huevo ni nada parecido, es más creo que he chocado con un cristal ¡y el casco en casa!
Mi colega me aclara: Es una probeta, nos van a congelar!

En las juntas extraordinarias ya nos habían hablado de los bancos de semen, unos lugares horribles donde te almacenan y luego te venden según las necesidades de las clientas que a falta de producto fresco se tiran al congelado.

En fin que aquí estoy y aquí me quedo hasta que alguien me compre, me descongele y por fin alcance mi huevo soñado.

Rosa Martínez
14/10/2011

... dijo...

Ja era fosca nit quan es va acostar a la finestra oberta per veure si veia d’on venia el dindrineig que feia estona que sentia. Era un só metàl·lic i constant, no era una alarma ni un timbre, semblava el só d’una campana petita. Algú podria dir que era musical , però el cert és que desprès de tres o quatre hores d’aquell so repetit i monòton als seus timpans, havia arribat a la categoria de tortura. Un per un, resseguia els quaranta sis balcons de l’edifici del davant. Escoltava per veure si podia saber d’on sortia aquell so, però al mateix temps que resseguia amb l’oïda la façana, anava mirant a dins els pisos. Un, dos, tres, vint-i-tres...
Llums encesos, apagats, en penombra, il·luminats per la televisió, cada casa un món i el so continuava omplint el carrer solitari.
De cop la vista és va clavar en la figura fosca que mirava cap a cas seva. Tenia alguna cosa a les mans. En un instant va veure una llambregada de foc i va sentir un cop molt fort al pit. Es va quedar sense alè.
Va relliscar fins a terra i va notar com la vida se li escolava a poc a poc, no tenia dolor, s’enfonsava en la foscor i de lluny sentia el continuo drindrineig que l’havia fet sortit a la finestra.

Montserrat

Álvaro Martín dijo...

Déu-n'hi do el que pot donar de si una frase de tres paraules!!! Esperanza, molt bo el teu conte. Gràcies, Remei, pel comentari.

conxa dijo...

LLEGUE, VI, VENCI.

Salgo corriendo. Acabo de hablar con .Me deja intranquila. Hace un año marchó de casa con Ivan, después de una desafortunada relación. Ahora viven en otra ciudad.
Tras un largo trayecto llegó a la capital. Un aire frio me azota la cara, parece un mal presagio. Acudo rápido a su casa. Me abre la puerta Carmen, la casera.
El niño, Ivan, está acurrucado bajo sus faldas.
- Ivan, le digo, soy la abuela. Y me mira con ojos huidizos. Ivan, -repito- ven aquí con la abuela, dame un beso.
- No se preocupe, señora, el niño está bien, yo cuido de él mientras Sonia va a trabajar. El niño alza los ojos hacia Carmen cómo preguntando qué debe hacer, pero ésta no dice nada, y tampoco hace nada por acercarlo a mí.
Entro en el piso y miro alrededor. Es una casa triste y esa tristeza se refleja en la carita de mi nieto. Estoy aturdida.
Llega Sonia y me mira extrañada. Le digo que quiero hablar a solas con ella. Carmen se aleja con el niño, pero le insisto que Ivan se quede con nosotras. Aunque con cierta reticencia por su parte, abre la puerta y se va.
- ¿Qué haces aquí mama?
- Me quedé preocupada ayer al hablar contigo, tu voz, tus palabras me decían que algo no iba bien, y aquí me tienes.
- ¿Qué sucede con Ivan? -digo en voz baja, para que él no nos oiga-.
- No se mamá, me rehúye, solo quiere estar con Carmen, pienso que lo está alejando de mi; quiere quedarse con él. Incluso me lo ha insinuado, sabe que estoy pasándolo mal y que no lo puedo cuidar bien. El trabajo escasea, yo no puedo darle lo que necesita. Quizás él sería más feliz con ella, sin tener que pasar penalidades.
- ¿Pero qué dices?. Coge tus cosas, y salgamos corriendo de esta casa. Debéis salir de aquí de inmediato. Tu eres capaz de cuidar de él, eres fuerte y eres su madre. Tu amor y cariño harán que hagas lo necesario. No desesperes, tienes una familia y te ayudaremos. ¿por qué no nos has dicho nada Sonia?
- Pero dónde vamos a ir, no quiero volver, no puedo volver.
Hago caso omiso a lo que mi hija insinúa. Salimos de la habitación y vamos directamente al dormitorio. Sin dar tiempo a que Carmen pueda decir nada, hago las maletas. Mi hija me observa paralizada.
-Corre, anda, ves recogiendo todo lo que tengas. Nos vamos.
El niño está espantado, no entiende nada y quiere ir en busca de Carmen.
Lo cojo en brazos y le digo:
- No, Ivan, tu mama y tú os venís con la abuela. Tengo muchas ganas de que estemos juntos, ya verás, iremos a un lugar donde tendrás muchos amiguitos, irás al colegio, y cuando mamá esté trabajando tu abuelo y yo te cuidaremos.
Me observa con ojos sorprendidos, pero finalmente, sonríe y me abraza. Es la mejor recompensa. Sonia lo ve y se acerca. Nos fundimos los tres en un abrazo y ella , susurra, - gracias mamá sin ti no lo hubiera conseguido.
Estamos en la estación de autobuses, mi familia vuelve a estar conmigo.
11-10-2011

Anónimo dijo...

Hooola, soy Laura, tercer intento de publicar el comentario, ahí va:

Un camino tan largo para llegar y ahora, al fin, ha llegado. Refugiada aún en un resquicio de oscuridad. Le fallan las fuerzas, la respiración agitada. Se asoma. Al otro lado brillan los focos, casi le ciegan. Consigue ver a las otras aspirantes, las de siempre. Esperan su turno inmóviles, deseosas, con la vista en todas partes, fingiendo no percibir la presencia del resto. Calma, es su oportunidad. Se mira las manos, pequeñas, rosadas, las uñas largas, el pelo fuerte y oscuro. El trofeo es suyo, no hay otra de su talla.
Sale, sinuosa, con todos los ojos en ella. Coge el premio con ambas manos, ya nadie se atreve a arrebatárselo. Alguna mirada de decepción. La mayoría se retira. Ni siquiera se oyen aplausos. Le da tiempo de saborear el fruto del éxito, osada, se permite cerrar los ojos, Quisiera decir unas palabras y tan solo escucha: ¡Carlos, una rata!
Corre sin detenerse, otra vez en el túnel. El mundo es para los valientes.

lola toledano dijo...

Como dicen algunos compañeros -con quienes comparto "canguelo" tecnológico, a ver si llega mi relato y salvo el primer escollo -que no es pequeño.

LLEGÓ, VIÓ, VENCIÓ

Hasta que no cumplió los 70 no se atrevió a regresar al pueblo. Esta vez estaba decidido a arreglar cuentas -¿consigo mismo? ¿con los fantasmas del pasado?-, antes de su partida definitiva. “El mundo no se ha hecho para los cobardes”, se repitió durante más de treinta años, pero nunca llegó a convencerse, hasta el punto de volver.

Llegó hasta la casa destartalada del cerro, abrió la cancela, tan oxidada como sus huesos, y empujó la puerta que cedió sin dificultad, podrida como estaba, emitiendo unos graznidos que detuvieron sus pasos en seco y le hicieron tragar saliva.

Se paró en mitad de la estancia hasta que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad. Instintivamente, su mirada ascendió hasta chocar con la puerta de la cámara, el cuarto donde encontraron el cuerpo, cerrado para siempre después de aquel dia aciago en que su vida se hizo añicos, igual que la de ella.

Recuerda que se lo llevaron lejos de allí, que nunca preguntó, que nadie le explicó. El silencio se abatió sobre su vida y no volvió a pronunciar una palabra. Desde entonces, cada año viajaba al pueblo decidido a remendar su vida, a buscar razones, a ponerse en paz con su conciencia y con sus recuerdos, pero año tras año tomaba de nuevo el coche de vuelta sin conseguir siquiera acercarse a su casa.

Al cumplir los 70 se sintió viejo y se dijo que había llegado el momento; se despidió de la ciudad y compró un billete sólo de ida. Con paso cansino había ascendido la loma y entrado, temblando, en la casa. Allí estaba la pequeña silla de enea observándole desde el rincón más oscuro, donde quedó confinada desde que ella decidió marcharse de su lado. Él no pudo soportar su presencia y la apartó de la vista junto con costurero y sus lentes gastados, porque la imaginación traicionera se empeñaba en recordársela sentada bajo la parra, remendando calcetines, en esas tardes que presagiaban el final del otoño, pero no el de su vida.

Tomó la silla que le miraba acusadora y subió la escalera dando tumbos y golpeando con ella cada peldaño… tum… tum. Logró abrir la puerta del desván, que permanecía en penumbra; recordó una gruesa maroma, tanteó el suelo hasta encontrarla y se situó bajo la viga central. Pareció recordar algo; palpó el interior del abrigo y sacó un ramillete de flores secas que había guardado durante todos estos años, para el día en que se atreviera a volver.

La oscuridad le sobrecogió. A punto de subir a la silla buscó una horca, se acercó al ventanuco, tapado con una arpillera, y la enganchó de un golpe, despejando la ventana. Aún no había amanecido y no había reparado que las palomas se habían adueñádo del desván. A los movimientos del hombre, una bandada de aves espantadas comenzaron a revolotear a su alrededor, frenéticas, cegándole con el polvo de sus plumas, rozándole la cabeza con sus alas y haciendo que de pronto se sintiera vivo, como cuando jugaba de chico a perseguirlas por la era, hasta caer rendido y excitado.

Entonces, dejó caer la soga que sujetaba en su brazo mientras las flores que apretaba en su mano se desparramaban por el suelo, y él se acurrucaba sobre sí mismo en un rincón, llorando por fin aquellos treinta años de vacío y de soledad.

Amaneció por completo. El hombre respiró hondo, secó sus ojos, y supo que aún tendría tiempo de recuperar su vida.

JOAN dijo...

VENI, VIDI, VICI?
No acostuma a ser agradable dir les veritats, sobre tot quan la persona que vas a visitar està malalta i veus que confia en tu. Saps, t’adones, que ets un dels pocs amics que li queden i tenen voluntat d’escoltar-lo. No, no és fàcil dir el que penses sense que l’altre s’enfadi.
Al Jordi. després d’una vida que a ell li semblava plena de lluita, donació i coherència, no li cabia al cap que ara es trobés tan sol. Em deia: “Poques persones s’interessen per la meva salut, i encara són menys els que m’entenen. Des de que la dona em va deixar, una maledicció cruel de solitud i taciturnitat m’acompanya. La trista i quotidiana realitat que m’envolta és el silenci a tota la casa.” Mentre s’explicava, amb un mocador humit amb saliva desfeia una taca de cafè als pantalons. “On són els amics, els companys d’ideals i de compromís? S’han acomodat i han fet renúncia de tot, o se’ls ha tragat la terra? Tinc massa espais buits de persones i massa plens de records.”
I jo vaig veure que els records es mantenen vius a través de les piles de papers, carpetes, calaixos, prestatgeries, tauletes i cadires que suportaven, de manera inestable, muntanyes de cartes, documents, i fotos que omplien passadissos i estances. Tot just deixaven passar una persona. Travessar les habitacions sense provocar un terratrèmol, un cataclisme de paperassa era un petit miracle que es repetia gràcies a la meva habilitat en desplaçar-me com una serp.
Com li podia dir que la culpa que donava als altres en realitat era seva? Que tothom menys ell s’adonava que l’habitatge on vivia, un gran pis, no era lloc per acollir a ningú, i molt menys perquè a les visites els hi quedessin ganes de tornar-hi. Què podia fer per què s’ho mirés amb ulls nous, sense que la bena del costum i la desídia li deformés la vista?
Un petit incident em va proporcionar l’excusa per obligar-lo a vèncer la mandra que li devia fer ordenar i...llençar papers. “Necessito que em facis un favor, –li vaig dir– hi ha un fulletó sobre art modern del anys 60. Me’l demanen per una exposició. I sé que tu el tens, perquè me’n vas parlar. Busca’l si et plau!”
Va abaixar el cap rondinant sobre la incomprensió de la societat vers les desgràcies que l’afligien, i, suplicant amb duresa, va exigir-me una moratòria de una setmana per buscar-lo.
Quan vaig tornar-hi vaig notar com un aire nou, més transparent. Menys olor de pols. Fins i tot el Jordi anava més net i polit. Per primera vegada en molt de temps la cadira on m’asseia estava lliure de diaris i revistes. Sobre la taula m’esperava el fulletó d’art. Me’l va assenyalar tot satisfet.
–Aquí el tens! M’ha costat aconseguir-lo..! Saps la cadira de la dreta del despatx del mig? Doncs allí estava, a sota de tot. De papers i papers n’han sortit...! No pots ni imaginar-ho. Tres dies m’he passat endreçant-los. Ara sí, he decidit posar-hi ordre i eliminar-ne alguns. De veritat, mai més em tornarà a passar que per trobar un document m’hagi de passar tot un dia buscant. S’ha acabat!
Ja veus que per a tu he fet un esforç. Te’l deixo... Amb una condició. Baixes a l’empremta fas dues còpies i llavors te’l pots emportar.
FI

Joan dijo...

Sóc en Joan i m’ha agradat el miniconte de la Rosa, original i també el de la Montserrat encara que no entenc massa que era el dindrineig i potser el final “s’enfonsava en la foscor” és una frase que es repeteix molt en altres narracions.
En general tots els hi llegit amb gust.
Espero que els meus comentaris no fereixin a ningú i que ens acostumen a fer crítiques que ens ajudin a millorar.
Salutacions Joan

Joan dijo...
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Rosa dijo...

Hola a tothom
A mi m’agrada’t el del Jordi, penso que és l’autèntic miniconte. D'altres com el de la Lola no l'he acabat d'entendre.
Altres coses: m'agradaria veure els comentaris que fa el profe de tots els relats, "cotilla que es una", però així s’aprèn molt, si no us agrada la idea dons res.
Llegir els relats al blog, no us resulta incòmode?, hi ha algun informàtic a la sala que pugui donar una altra opció?
Bé profe, ja hem coneixes , no callo no sota l'aigua.

conxa dijo...

Hola a tots, no se si es el lloc adequat per penjar el 2º exercici, pero aqui us el deixo.

Como cada lunes habían quedado en Princes Street , esquina con Hannover calles muy concurridas, pues eran paso obligado de la gente de Edimburgo cuando salían de compras y también de los cientos de turistas que cada día llegaban, muchos de ellos a través de ferrocarril y cuyo estación de destino Waverley se encontraba allí.
El enclave les permitía pasar desapercibidos y, eso era lo mejor para ambos, o quizá debería decirse, para ella.
Conoció a Charles en el Púb Station, lugar emblemático de música en vivo. El actuaba allí, con un grupo de rock que empezaba a ser conocido. Todos eran jóvenes que querían despuntar en el mundo de la música, y para ello que tocaban cada fin de semana en dicho local. Particularmente, los viernes se llenaba con toda el personal que después de unas jornadas de trabajo, salía a tomar unas pintas y, también de muchos extranjeros que, atraídos por la belleza de la ciudad y los viajes low cost, acudían a pasar el fin de semana.
Laura había llegado a la ciudad hacia tan solo 6 meses con su marido, un agregado cultural del consulado de España.
Pedro y ella llevaban algunos años casados y su vida discurría de forma paralela, por no decir completamente separada. Sólo las apariencias, cuando se trataba de acudir a diferentes eventos relacionados con el trabajo, los mantenía juntos.
Aquel viernes, como tantos otros desde su llegada, estaba sentada en la barra. No sabía como terminaría la noche, pero lo cierto es que cuando lo vio lo miró sin disimulo y al finalizar la actuación él se acercó. Apenas habían cruzado cuatro palabras cuando, la cogió de la mano y la llevó hasta su coche.
A partir de entonces sus encuentros fueron haciéndose habituales. El sexo y la pasión eran lo único que existía pero luego, a medida que fue pasando el tiempo, él empezó a tomar todo aquello de una forma distinta. Quería y necesitaba algo más, formar una vida en común.
Desde un principio Laura le dejé claro que no iba a abandonar a su marido. Para ella Charles estaba bien, pero no dejaba de ser un capricho, un entretenimiento.
No iba a renunciar a todo aquello que formaba parte de su vida. Su estatus, una estabilidad económica, sus amistades. Ella era la esposa de Pedro Beltrán y eso no quería perderlo.
Ese día, tras encontrarse se dirigieron al coche y, enfilaron hacia Dumbar, una población costera cercana a la ciudad, donde se alojarían durante el fin de semana en un hotel discreto y tranquilo. Mientras conducía, Charles estaba nervioso y su cantinela iba haciéndose cada vez más pesada para ella. Su reiteración sobre el tema la sacaba de quicio. Le resultaba cansino. Se decía que era como un niño malcriado que quería salirse con la suya a toda costa. Le empezaba a resultar insoportable.
Cuando llegaron, se dirigieron a la habitación.
Estaba decidida, iba a dejarlo. Sin embargo pensó que tampoco iba a perder nada si por última vez hacían el amor, ya habría tiempo de hablar, de decirle que se había acabado. Lo cierto era que Charles sabía satisfacerla y, si aquello iba a terminar…
Cuando después del clímax sus ojos se encontraron, la inmensa tristeza que vio en su mirada la aturdió. No pudo comprenderlo. Era dolor, pero decidió ignorarlo. Se dio media vuelta y se durmió.
Entonces él sacó la llave de la habitación del bolsillo de su albornoz. Echó una ojeada a la chica que dormía en la cama. Después fue hasta una de las maletas, la abrió y extrajo una automática de debajo de un montón de ropa. Sacó el cargador, lo examinó y volvió a colocarlo. Quitó el seguro. Volvió a la cama, miró a la chica, apuntó con la pistola y se disparó un tiro en la sien.
22-10-11
Conxa