sábado, 19 de noviembre de 2011

NARRADORS PRIMERA PART

Hola a tots!
Si ja m´heu enviat el quart exercici (Narradors Primera Part) per revisar, ja podeu penjar-lo en aquest apartat. Recordeu que, si voleu, també podeu afegir després el text publicat AMB les correccions afegides.

8 comentarios:

conxa dijo...

El mundo somos tú y yo.

Cada noche, desde hacía tanto tiempo, se alejaba por el porche. Después de nuestra cena compartida, me decía., - Flor, me voy al monte, ya sabes que no puedo dormir y estando fuera me relajo. Si me quedo aquí, siento una angustia muy grande.

Yo le dejaba hacer. Era un hombre terco y muy suyo al que gustaban los espacios abiertos. Total, - pensaba - , luego cuando vuelve se acuesta y tras el descanso nos narrará sus historias, unos hechos increíbles que todos esperábamos a diario.

Por que, al caer la tarde se iban acercando. Pablo se sentaba en aquel banco de piedra, adosado a la pared de la iglesia. Allí se congregaban un buen número de parroquianos, esperando sus andanzas, como agua de mayo.

Sabéis,- decía-, hoy cuando estaba acostado sobre la hierba del campo, se me ha acercado un hombrecillo. Era verde y con unas antenas cortas y gruesas. Se trataba de un extraterrestre y, cuando ha querido llevarme con él, me he negado….¡ Faltaría más, no hay nadie que pueda alejarme de vosotros y de este lugar!. Y contaba la lucha que había tenido que lidiar con el Sr. Verde, hasta que se había alejado en una nave espacial, redonda y plateada.

Otro día, una hermosa doncella le había sacado de su ensimismamiento, cuando estaba recostado en el tronco de un árbol.

Hola, buen hombre, ¿puedes acompañarme a Fuentenueva? Allí se encuentra mi esposo, y he de darle una noticia importante. Pero si voy sola tengo miedo de que pueda ocurrirme algo malo y tampoco conozco muy bien estos parajes. Si me ayudas te pagaré bien.

Como podéis comprender, no me he hecho rogar- comentaba-, Hemos emprendido el viaje, y sabéis qué, cuando hemos llegado, su marido me ha donado en agradecimiento un lingote de oro. Ya no pasaré mas penurias y vosotros tendréis caramelos de miel cada día.

Entonces sacaba del bolsillo de su pantalón un puñado repartiéndolos entre los oyentes. Los niños reían y pedían más historias, pero no solo ellos, también los padres se acercaban y escuchaban con atención y curiosidad

Todas sus historias parecían fantásticas y distintas, y poco a poco fueron creando un anecdotario que se hizo famoso por todos los pueblos del contorno.

Los años pasaron y seguías marchando cada anochecer. Adiós Flor –me decías- al besarme ligeramente.

Siempre pensé que quizá no fuera esa la vida que yo había deseado, pero tu eras distinto y en esa diferencia radicaba tu encanto.

Lo cierto es que un día, al regresar de tu aventura, advertí en ti una mirada distraída y distinta.

- Pablo, ¿ estás bien? Sí – contestaste-, estoy cansado, voy a echarme.

Pero al llegar la tarde, cuando te dirigiste a tu púlpito y la gente esperaba expectante como siempre, no supiste qué decir, hasta que al cabo de un rato, que pareció casi un siglo, iniciaste un nuevo episodio.

Corto fue el relato y al personal, que tan bien acostumbrado estaba, le supo a muy poco.

Pero bueno, comentaban, mañana mejorará.

Llegó ese mañana y la historia se repitió. Tu mente no respondía y tus palabras no lograban salir.

Flor, no entiendo lo que me pasa, no logro retener las imágenes en mi mente, no puedo transmitirlas a los demás. Ya no puedo ofrecerles todo aquello que les daba. Me siento tan extraño.

Pese a todo, cada atardecer te alejabas y yo me quedaba angustiada. Mis noches se convirtieron en pesadilla esperando verte aparecer por la puerta cada mañana, porque tu, no querías variar tus costumbres y creo que tampoco hubieras podido adaptarte a una nueva situación.

Aquella mañana no volviste. Acudí a tus amigos para que me ayudaran a buscarte y todo el pueblo como un solo hombre salió al monte.

Cuando finalmente te encontramos, acurrucado bajo tu árbol y con la mirada aterrada, nos dijiste: “hoy no he visto nada”. Entonces supe que ahora el mundo seriamos tu y yo.

Conxa
15-11-11

Jordi dijo...

BASHÎR

La plaza siempre estaba en movimiento. Desde la primera luz del alba hasta que la última estrella desaparecía, toda ella se contraía y dilataba de manera aleatoria,como un corazón arrítmico, pero poderoso y eterno. Nosotros ocupábamos los espacios que nos cedía con amabilidad y, a veces, con recelo.Colocábamos nuestras pertenencias en su centro, o en rincón maleable, según su voluntad.Y vendíamos las mas extrañas posesiones :cuencos de barro, serpientes domesticadas,alacranes asesinos, profecías, naranjas y cuentos. Era nuestra vida hasta que Bashir se cortó el cuello tras la puerta de su casa .Solo Alá, en su infinita misericordia conoce la razón oculta en sus designios. Pero nosotros si sabemos que, desde aquel día,el corazón de Yamma el Fna emitió su último latido
En aquel mismo momento nuestro pueblo dejó de existir y nació Marrakech.Con su plaza,también, pero ya era otra: sin alma, sin latidos. Porque con la muerte de Bashir un mundo entero desapareció: el de los sueños, el de las alegrías colectivas, el de compartir por las mañanas las mas maravillosas historias que nadie nos había contado.Sin su preséncia luminosa nos abandonó la posibilidad de vivir, por unos momentos, en una realidad que no fuera la nuestra
Bashir era vecino de mis padres. Siempre amable y educado se ganaba la vida creando algunos pares de alpargatas.Todas distintas, como si quisiera que algo único calzara los pies de una comunidad miserable.No dormía nunca. Por la tarde se acercaba a la plaza para vender su trabajo y compartir una taza de té con Jalil i Munir. Poco después, al anochecer, iniciaba su camino hacia el desierto.Ninguno de nosotros le preguntó , jamas, a donde se dirigía, o quien le guiaba, quizás porque sabíamos que la respuesta siempre llegaba con el amanecer.
Al regresar, sonriente y feliz, pedía un poco de agua antes de sentarse en una cómoda silla que, celeroso, le acercaba Abdel Hafez.Rodeado y protegido por todos nosotros, alzaba su voz y comenzaba:

- ¿Sabéis? Esta noche, en el desierto,he visto.....

La tenue luz de la mañana iluminaba, como sin querer, todos los rostros. Niños, ancianos, maleantes y poderosos sonreían, se emocionaban o lloraban con las historias que, cada día, Bashir explicaba. Narraciones preciosas,llenas de luz, bondad y ilusión que nos permitían ,por unos momentos,escaparnos hacia desiertos amables, alimentarnos con comidas ricas y abundantes, o soñar con heríocas aventuras y amores intensos.

La mañana en que se iniciba el último Ramadan,Bashir no apareció. Inquietos, empezamos una búsqueda desesperada por los caminos inexistentes del desierto. Fue inútil. Tristes y ensombrecidos regresabamos a nuestras casas cuando el viejo Abdud gritó:

-Ahí viene !!!!

No parecía él. La cara desencajada, asustado y con la mirada puesta en un mundo desconocido se acercó, vacilante, hasta la silla que el bueno de Addel , como siempre ,había colocado cerca del pozo. Todos, preocupados, preguntando al mismo tiempo,intentábamos cuidarlo y animarle.

-¿Qué te ha pasado Beshir?, ¿que has visto?

Llorando, sin mirarnos, nos respondió:

-Nada, no he visto nada.

Joan dijo...

SOLEDAD ES EL PRECIO
escrito por LOLA
Ramón parecía divertirse a su costa. Decididamente, no podía creer la propuesta de su esposa.
-No vas a dejar de sorprenderme hasta que me muera –le dijo, riendo-. Creo que ya eres suficientemente mayor como para urdir tales manejos –añadió, revolviéndole el pelo, completamente cano-. No es propio de una viejecita sensata.
María estaba enfurruñada. En sus manos, la carta de Ismael, recién llegada, se agitaba en el aire, pasando con gesto amenazante por delante de las narices de Ramón.
-¡Tú no tomes en serio lo que digo y te encontrarás con los hechos consumados! –sentenció-. Voy a contestarle inmediatamente y, si todo continúa igual, le expondré mi plan.
-Conozco lo suficiente a Ismael como para saber que tendrá más seso que tú, y no aceptará tus extravagantes ideas.
-¡Espera y verás! –amenazó María con una pizca de chulería-. Ya deberías saber que consigo todo lo que me propongo.
-¡Ya, ya! –apostilló, divertido, él-. Después de cuarenta años a tu lado… ¡qué me vas a contar!
Ella salió del cuarto con paso firme. Se oyó un portazo.
Ramón quedó pensativo. Sabía que lo que parecía un gran enfado pronto le pasaría; ya estaba acostumbrado a sus arrebatos. Sin embargo, ahora, se sentía más inquieto que en otras ocasiones.
Dio algunas vueltas por la casa. Cogió el periódico pero no tuvo ganas de leerlo. Pensó en ver la televisión, y se dijo que siempre daban los mismos programas. Fue al aparador del comedor y abrió un cajón. De él extrajo un bote de latón que contenía picadura de tabaco y un libro de papelillos. No sabía bien por qué, le habían entrado unos deseos irrefrenables de liarse un cigarrillo. Quizá, porque ya había pasado mucho tiempo desde que se fumara el último.
A María le molestaba todo lo que se refería al tabaco: el olor –“apesta la casa”, refunfuñaba-, y los restos de picadura que siempre salpicaban la alfombra, cuando no le caía alguna mota encendida que dejaba un agujerito insalvable, igual en el pijama que en las camisas. Incluso, recuerda, le disgustaba esa colilla apagada, suspendida en la comisura de los labios, como olvidada, mientras el hombre le hablaba por el lado opuesto, con gran destreza.
-¡Pareces un viejo provinciano! –le espetaba, malhumorada.
-Soy un viejo provinciano –respondía él, impasible.
¿Cómo iba ella a entender el ritual que comportaba liar bien un cigarrillo? La mano derecha iba esparciendo la picadura sobre el papel que sujetaban los dedos pulgar e índice de la izquierda, con el pulso y la precisión de un cirujano: demasiado, rebasaría el papel; escaso, el cigarro quedaría fofo y se consumiría apenas encenderlo. Luego, la lengua se deslizaba por el borde del papelillo con la humedad justa: un exceso lo hubiera dejado inservible. Después, se cerraban los extremos cuidadosamente y se prendía. En la primera aspiración, uno sentía que el organismo se inundaba por completo de un sabor ronco, áspero, viril, que a Ramon subyugaba.
Pero hacía tiempo que no los fumaba. Debido a la molestias que le causaban a su esposa ya no le sabían igual. Y, a decir verdad, tampoco le compensaba. En cambio hoy, sin saber el motivo, había sentido la necesidad de liar uno y transgredir, de algún modo, las normas habituales de su vida en común. ¿Era el enfado de María la causa? ¿Era la carta de Ismael? ¿No sería, acaso, el temor por la decisión que ella pudiera tomar?

¡Cuarenta años! Ramón se sentó en la mecedora, dispuesto a saborear su cigarrillo, vigilando, eso sí, de no quemarse la camisa. Cuarenta años juntos y, sin embargo, -pensó-, ella no le había pertenecido nunca por completo. En realidad no había pertenecido a nadie. Sólo algunos, entre los que se contaba, habían tenido la inmensa suerte de conocerla, de tratarla, de amarla.

Montserrat dijo...

Primera part
Quan arribava la nit, el petit poble quedava a les fosques, només a través d’algunes finestres, es veia el tremolar lleuger de les flames d’espelmes i llums d’oli.
Però quan al campanar tocaven les vuit les portes de les cases s’obrien i els seus habitants sortíem per dirigir-nos pausadament cap al centre de la plaça. Les criatures que fins llavors havien omplert el poble de soroll amb els seus jocs, crits i rialles, deixaven de jugar i s’asseien al voltant del banc de pedra semicircular que envoltava la platana centenària, tots els que érem allà l’havíem vist sempre al mig de la plaça sense adonar-nos del seu creixement ni del lent passar del temps .
Ens anàvem situant al voltant de l’arbre, i no és que cadascú tingués un lloc prefixat, però tothom es posava on li corresponia, els més petits seien al terra davant de tot, els vells al banc i tots els altres ens quedàvem drets formant una paret que protegia al petit grup.
A cada costat del semicercle, algú encenia dues petites fogueres que eren les que donaven llum a la plaça. A l’hivern, es feien dos grans focs que temperaven una mica l’ambient fred.
Un cop érem a lloc només ens calia esperar i una certa inquietud s’apoderava de nosaltres encara que sabíem que vindria, no havia deixat de fer-ho des de feia deu anys quan va explicar la primera història.
Al cap d’una estona, ell arribava acompanyat del seu gos pel carrer dels horts, abans de veure la seva figura retallada en la foscor ja sabíem que venia pels lladrucs dels gossos estacats de les cases del camí que responien a la provocadora llibertat del seu quisso.
Quan arribava a la platana tots els ulls es fixaven en ell i sempre hi havia algú que li feia la pregunta: que vas veure ahir?
No calia res més perquè comences a explicar una història que deixava embadalit a tot l’auditori, a vegades eren històries d’amor, altres de lluites ferotges, i altres d’amor i de lluites. Succeïen en palaus amb grans riqueses o en llocs humils sense reis ni prínceps. Dia darrera dia les histories eren diferents, sovint, però, es repetien els personatges. Quan això passava l’interès del públic augmentava doncs sabíem de qui ens parlava i cadascú prenia part per algun d’ells, feia el seus propis judicis i especulava sobre el que podia passar. Suposàvem com actuarien els herois de la història en la situació que ens estava narrant. El final, però, sempre era sorprenen i tothom quedava encantat i amb la imaginació desbordada d’activitat. Per uns instants, ens transportàvem en el temps i en l’espai i entràvem a formar-ne part com narradors silenciosos seguint el dictat d’una veu que sonava infinita.
Quan acabava d’explicar el conte ell i els seu gos marxaven pel camí contrari al que havien vingut.

Montserrat dijo...

Segona part
Aquell dia, com tots els altres, els preparatius per a l’escolta estaven a punt i encara que ja feia estona que havien sonat les campanes de les vuit no se sentien els lladrucs, l’espera es feia lenta i les criatures estaven neguitoses. Les cares de preocupació entre els grans anaven en augment a mesura que passaven els minuts..
Finalment, ell va aparèixer però no per la banda del carrer dels horts, anava sol, caminava amb passes lentes com si li costés aixecar els peus de terra, les espatlles caigudes i amb l’aspecte desendreçat. Va arribar fins nosaltres, la seva expressió era desencaixada i els seus ulls ens deien que alguna cosa terrible havia passat, petits i grans ens en vam adonar.
Semblava que ningú s’atreviria a fer la pregunta de cada dia doncs tothom tenia la resposta: aquella nit no havia vist res.
Si era així, ja no calia esperar més, podien tornar cap a casa. Però no es van moure. Tot el contrari, fou com si s’hi posin bé per escoltar un nou conte.
Les paraules d’una de les dones que estava asseguda al banc van omplir el silenci expectant i va recordar la història d’una noia que havia perdut la clau de casa seva, tot buscant-la va arribar a la fi del món i allà va trobar un poblet on cada dia els seus habitants es reunien, quan tocaven les campanes de les vuit, al voltant d’un arbre centenari i s’explicaven històries fantàstiques.

Montserrat

Joan dijo...

Hola a tots ;
Envio, de nou, l’exercici corregit. El Joan ha assenyalat, com punts a millorar, l’exesiva repetició del NOSOTROS (en 5 ocasions), del posesiu NUESATRA/0S (4 ocasiosn) i de la paraula MOMENTO( 3 ocasions) Aqui va el nou intent. (JORDI)

BASHÎR
La plaza siempre estaba en movimiento. Desde la primera luz del alba hasta que la última estrella desaparecía, toda ella se contraía y dilataba de manera aleatoria,como un corazón arrítmico, pero poderoso y eterno. Nosotros ocupábamos los espacios que nos cedía con amabilidad y, a veces, con recelo.Colocábamos las escasas pertenencias que teniamos en su centro, o en rincón maleable, según su voluntad ,y vendíamos las mas extrañas posesiones :cuencos de barro, serpientes domesticadas,alacranes asesinos, profecías, naranjas y cuentos. Era nuestra vida hasta que Bashir se cortó el cuello tras la puerta de su casa .Solo Alá, en su infinita misericordia conoce la razón oculta en sus designios. Pero si supimos, y no pudímos evitar que, aquel día ,el corazón de Yamma el Fna emititiera su último latido

En el mismo preciso instante de su muerte la pequeña aldea dejó de existir y nació Marrakech.Con su plaza,también, pero ya era otra: sin alma, sin latidos. Porque con la muerte de Bashir un mundo entero desapareció: el de los sueños, el de las alegrías colectivas, el de compartir por las mañanas las mas maravillosas historias que nadie nos había contado.Sin su preséncia luminosa nos abandonó la posibilidad de vivir, por unos momentos, en una realidad que no fuera la que, imisericorde, nos rodeaba
Bashir era vecino de mis padres. Siempre amable y educado se ganaba la vida creando algunos pares de alpargatas.Todas distintas, como si quisiera que algo único calzara los pies de una comunidad miserable.No dormía nunca. Por la tarde se acercaba a la plaza para vender su trabajo y compartir una taza de té con Jalil i Munir. Poco después, al anochecer, iniciaba su camino hacia el desierto.Ninguno de nosotros le preguntó , jamas, a donde se dirigía, o quien le guiaba, quizás porque sabíamos que la respuesta siempre llegaba con el amanecer.
Al regresar, sonriente y feliz, pedía un poco de agua antes de sentarse en una cómoda silla que, celeroso, le acercaba Abdel Hafez.Rodeado y protegido por todos, alzaba su voz y comenzaba:

- ¿Sabéis? Esta noche, en el desierto,he visto.....

La tenue luz de la mañana iluminaba, como sin querer, todos los rostros. Niños, ancianos, maleantes y poderosos sonreían, se emocionaban o lloraban con las historias que, cada día, Bashir explicaba. Narraciones preciosas,llenas de luz, bondad y ilusión que nos permitían escapar hacia desiertos amables, alimentarnos con comidas ricas y abundantes, o soñar con heroicas aventuras y amores intensos.

La mañana en que se iniciba el último Ramadan,Bashir no apareció. Inquietos, empezamos una búsqueda desesperada por los caminos inexistentes del desierto. Fue inútil. Tristes y ensombrecidos regresabamos a nuestras casas cuando el viejo Abdud gritó:

-Ahí viene !!!!

No parecía él. La cara desencajada, asustado y con la mirada puesta en un mundo desconocido se acercó, vacilante, hasta la silla que el bueno de Addel , como siempre ,había colocado cerca del pozo. Todos, preocupados, preguntando al mismo tiempo,intentábamos cuidarlo y animarle.

-¿Qué te ha pasado Beshir?, ¿que has visto?

Llorando, sin mirarnos, nos respondió:

-Nada, no he visto nada.

Daniel dijo...

CANTS I RIALLESAL BOSC
PRIMERA PART
Observo com el primeres llums del dia taquen el sostre de l’habitació de l’Elsa, la meva filla, que dorm un son agitat. Mou el cap amb ràpides contraccions. Què passa per aquest caparronet tan bonic? Em moc en silenci per no despertar-la i m’assec al costat. La taca de llum es desplaça pel capsal del llit creant una estranya figura, un símbol que recorda una creu amb les puntes doblegades. Deuen ser les barres de la finestra que deforma la claror del sol.
Des de que la l’Elsa escolta les fantàstiques històries d’en Frederic que té malsons. Tinc una filla molt sensible, la mort de la mare l’afecta’t molt. Ho comentaré amb l’assistenta que em ve ajudar.
Aquest Frederic és un individu ben peculiar, no fa res en tot el dia, ganduleja pel poble sense que se li conegui ni ofici ni benefici. No obstant la gent se l’estima, si més no, se l’escolta. Les persones joves i no tan joves, cada dia el van a trobar a veure quina se n’empesca, jo mateix, tot vigilant la meva filla també sento el que diu.
L’Elsa no hi falta mai, s’asseu a primera fila i escolta amb els ulls oberts les rondalles, perquè jo sé que només són rondalles, que s’inventa.
La setmana passada explicava que al bosc havia trobat, al costat d’una carbonera antiga, un follet disfressat de soldat. Aquest follet, amb casc i fusell, que marcava el pas al voltant d’una cabana sense sostre ni porta l’havia obligat a ajupir-se i després l’havia obligat a acompanyar-lo. Arribat aquest punt en Frederic feia gestos marcials tan exagerats que provocaven les rialles dels que l’escoltàvem.
–El follet em va dir que vigilava un presoner molt perillós, un rebel que s’havia negat a complir les instruccions del cap que mana.
–I... on era el cap?
–El cap...És un misteriós nan que s’amaga darrere el sotabosc, però que espia tothom per veure si es compleix la llei.
–Quina llei?
–Tots els que s’acosten a la cabana han de ser nans. El presoner no ho era, per això estava castigat dintre la cabana. Jo em vaig escapar del càstig perquè m’havia ajupit.
–Oooh! –La canalla embadalia. Aleshores en Frederic es posava a cantar tot esmolant el seu bastó amb la navalla.
M’adono que utilitza una tàctica per mantenir l’interès de l’audiència. Mai no acaba les històries i així té el públic assegurat per l’endemà.

Avui continuava captivant els oients assegurant que havia tornat a la cabana i que a dintre se sentia soroll de cadenes i gemecs i de tant en tant, crits demanat auxili; baixava la veu i piulejava en un to que estremia als més petits: socors, socors... Ajuda per pietat...
–I tu que fas Frederic! per què no treus al pobre que està tancat dintre de la cabana? –Li preguntaven amb els ulls oberts de por.
–No puc, el follet m’obliga a seguir-lo marcant el pas, no em deixa mirar a dins i a més, no hi ha porta! –Feia una pausa dramàtica¬– Sabeu què podem fer? El proper dia uns quants de vosaltres m’acompanyeu i mentre jo entretinc al follet la resta allibereu al presoner, què us sembla?
–I com ho farem per entrar si no hi ha porta? ¬–va preguntar el Joel, un vailet jueu molt espavilat.
–Hi ha un arbre al costat de la cabana, les branques pengen a sobre, us enfileu i amb una corda podreu baixar i deslligar-lo, el follet és tan petit que ni aixecant el cap us veurà.
Els nens han aplaudit la idea i uns quants, entre ells l’Elsa, s’han ofert a acompanyar-lo per alliberar al presoner. –En sentir-ho el Frederic s’ha posat a riure aplaudint els nens.
–Tots no em podeu acompanyar, el petit amic s’ho prendria malament; només sis.
No m’ha fet gràcia que l’Elsa s’endinsi al bosc, però estava tan entusiasmada que no m’he pogut negar.

Daniel dijo...

SEGONA PART
Han marxat al matí carregats amb una corda gruixuda, seguint al Frederic que rient entonava un himne militar. No porten menjar perquè al migdia tornaran a ser a casa.
A les tres de la tarda alguns pares han començat a rondinar, a les quatre ja parlaven d’anar a buscar-los i a les sis, quan ens disposàvem a sortir amb les llanternes van aparèixer saltant entusiasmats. L’Elsa però, estava cansada i una mica trista. El propietari de la corda enfadat; l’han perduda.
Passat l’ensurt ens hem queixat de la tardança. En Frederic s’excusava. –No volien seguir-me, la cabana els ha semblat fantàstica, però com que el follet no venia... Res, que no marxarien fins a poder veure’l i així han passat les hores sense adonar-nos. El presoner? Bah home! Feia l’ullet, cantant i rient com un beneit. No m’ha agrada’t.

L’Elsa m’ha dit que el Joel no ha anat a l’escola, deu estar malat i jo encara no he parlat amb la mestra dels malsons de la meva filla.

Els pares del Joel n’han denunciat la desaparició, no els han fet massa cas. Hi ha persones que diuen que s’esveren de seguida, que s’han alarmat sense motius, aquest noi no és la primera vegada que se’n va sense avisar, després d’uns dies apareix a casa de l’àvia que viu a una hora de camí. Aquests jueus sempre tenen por.
Avui en Frederic en tornar del bosc no feia bona cara, no xiulava cap cançó i no volia parlar ni de la cabana ni del follet amb casc i fusell. Diu que al bosc només hi ha matolls i arbres.
Daniel